La Dama de Hielo.
El hombre estaba durmiendo en el suelo, tendido sobre el pasto de una plaza en un barrio alejado del centro. El lugar no era nada seguro, su historial iba de robos a mutilaciones, pero sabía que ahí las fuerzas armadas no entrarían a despertarlo ni a decirle que no era un hotel ni un lugar donde dormir.
El sin hogar logró conciliar el sueño avanzada la noche, ya que empezó a soplar una brisa fresca, anuncio de que el invierno estaba por llegar. Pasó un tiempo dormido, hasta que un ruido lo despertó. Sentía una brisa helada en la cara, pero que se entrecortaba. Cuando abrió los ojos, la vio.
Una mujer lo miraba tan de cerca que sentía su helada respiración, su piel era blanca como la nieve y sus ojos azules como el mismo cielo, vestía una capucha negra y sus grises cabellos como ceniza asomaban por todas partes. Era alta, extremadamente alta y las facciones de su rostro estaban bien definidas.
Luego de unos segundo de mirarse a los ojos, con una aguda y profunda voz la mujer le preguntó:
-¿Que haces aquí, en medio de la madrugada? ¿No ves que el invierno viene?- hizo una pausa - ¡Jejeje! ¡Mejor dicho, ya está aquí!- rió enderezándose y luego se agachó de nuevo a la altura del individuo.
El hombre, perplejo, no sabía que responder.
-¿No me digas que estas asustado? Dime algo, ¿Tienes frío?
Luego de pensarlo un segundo, el sin hogar se dio cuenta que hacia un frío que perforaba los huesos y que estaba empezando a caer aguanieve, así que asintió.
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-Si inspector, entiendo que es un barrio peligroso, pero mire las heridas.
Dos oficiales de policía miraban con cierto pavor el cuerpo de un indigente que habría dormido en la Plaza del Barrio Manuel.
-No son nada comunes.
En el lugar del corazón del hombre había un hueco que pasaba de punta a punta, con bordes totalmente lisos y afilados, tanto la piel, las costillas, las arterias y la espalda parecían cortadas con un bisturí. Estaba todo limpio, no había sangre, pero el cuerpo sí que estaba frío.
-Bueno - dijo el inspector - el invierno empezó anoche, quizás la Dama de Hielo, nos vuelve a visitar.
-¿La Dama de Hielo, dice? ¡Ese es un cuento para niños!.
-Crea lo que usted quiera, cadete, pero si le preguntan si tiene frío, siempre responda que no.