lunes, 1 de febrero de 2016

El Despertar del Sueño - ¿Tomamos el Té?

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El Despertar del Sueño - ¿Tomamos el té?



¡¿Qué?! ¡¿Qué quieres?! - Le grité a mi amigo mientras me arrastró al lugar más oscuro de aquel patio trasero. El lugar estaba atestado de jóvenes universitarios, la gran casa-mansión era donde los estudiantes del último nivel educativo se reunían todas las semanas, para divertirse y relajarse. Tenía habitaciones que jamás pude contar con exactitud, tenía planta baja y dos pisos y ocupaba, con el patio trasero donde me encontraba, una manzana entera.
La música se escuchaba, pero era apenas un murmullo en aquel lugar, estábamos bajo un árbol y Sam, mi amigo, se sentó en la hierba y me hizo un ademán para que lo imitara... y así lo hice.
Mira lo que conseguí, me dijo al tiempo que sacaba una pequeña bolsa con pastillas azules dentro. Instintivamente, moví la cabeza hacia un lado y el otro, preocupado de que alguien nos viera.

No te preocupes viejo - me dijo - aquí nadie nos vé.

¿¡Qué rayos es eso?! - era lo único en lo que pensaba - ¿Y como lo conseguiste?

Ésto - decía mientras sacudía la pequeña bolsita transparente - es una droga reveladora, la primera y única de su tipo
Sam levanto la mano apenas vio que hice un ademán de preguntar - Dicen que libera tu espíritu para que controle tu cuerpo y haga eso que realmente deseas hacer con todo tu ser, aunque tu no sepas que eso era lo que querías, ¿Genial no? - y agregó - y no preguntes de donde la saqué.

Pero... - alcanzé a mascullar.
Nada - dijo Sam conociéndome - no me moveré, ni tu tampoco, hasta que ambos tomemos una.
Está bien...

Él abrió la pequeña bolsita y tomé una, era azúl marino y traslúcida, parecía un pedazo minúsculo de océano, como una gota ovalada que se había gelatinizado.

A la cuenta de tres... - dijo Sam - uno... dos... tres... ¡Ya!

Apenas la píldora pasó la garganta ya perdí al audición, el "¡Ya!" de mi amigo quedó flotando en el aire... no, flotaba en mi mente, dentro de mi cabeza, rebotando en mi cráneo una y otra vez hasta que se empezó a mutliplicar. Llegó un momento en que simplemente escuchaba un pitido muy agudo. Estaba sordo.
Cuando presté atención, Sam estaba arrodillado, llorando como si se hubiera muerto alguien, con la cara en el pasto.
Levantó la cabeza y me miró. Ahí la cosa se empezó a poner rara.
Bajó la vista y murmuró (¿O gritó?) algo que no pude entender por mi reciente sordera y se puso a escarbar con sus manos en ese suelo de tierra dura y compacta. La sangre no tardó de brotar de sus drogados dedos, pero él seguía cual excavadora, tirando tierra para atrás, y sangre, mucha sangre.
Traté de decirle que se detenga, pero mis labios no se movían, sentía como si el labio de arriba se derretía y se pegaba con el de abajo, formando una sola capa de piel y borrando mi boca por completo, con mi mano quise palparla, sentir con el tacto que aún estaba ahí. Pero lo único que sentí fue piel y... pánico, mi boca realmente había desaparecido.
Con uno de los pocos sentidos que me quedaban divisé unas luces a mi izquierda, varios estudiantes salían con linternas en la mano corriendo de la casa-mansión, haciendo señas que no entendí.

No tardé mucho en divisar qué había ocasionado tanto temor, había un estudiante, que lucía bastante atlético, con un pantalón Jean y una camisa blanca manchada de sangre. En su boca traía un pedazo de carne humana, fácilmente identificable por la maldita oreja que colgaba de su costado. En su mano derecha tenía un cuchillo, y en la izquierda otra linterna. Su cara era una sola colección de moretones, sangre y locura. Salió corriendo y alcanzó al estudiante más cercano, le saltó encima y clavó su cuchillo en la arteria del cuello.
La boca del atacado y del atacante se abrieron grandes, supuse que ambos estarían gritando y agradecí estar sordo. La sangre salía a borbollones de la herida, pero por algún motivo el delirante se levantó y tendió su mano al que estaba en el piso, increíblemente éste se la tomó y juntos encararon a la multitud.
Zombies, vino a mi mente como un golpe instantáneo.
Sam, otro golpe.
Lo miré, y el horror me invadió aún más, seguía escarbando, pero ahora con sus muñecas, todo lo demás ya no existía, solo había un cumulo de barro y sangre.
De nuevo quise gritarle, pero mi boca se había ido de paseo a algún lado.
De pronto, y como recobrando la idea de que adelante mío había estudiantes matándose y comiéndose unos a otros giré la cabeza. 
Todos me estaban mirando.
Algunos sin piernas, sin cuero cabelludo, otros parecían vivos, excepto que les faltaba un ojo. Uno me llamó la atención, él tampoco tenía boca.
Varios se empezaron a mover hacia mí, retrocedí hasta que mis piernas chocaron con Sam y caí hacia atrás.
Mi amigo se incorporó y dejó de excavar, presentí que saltaría hacia mí para morderme el cuello así que mientras me impulsaba hacia atrás con las piernas fui tanteando el suelo para encontrar algo con qué defenderme. Y lo encontré. Un machete oxidado se hallaba en el piso, en un parche de pasto realmente largo, parecía llevar años ahí.
Junté valor y descargué el machete en la cabeza de mi amigo, quien me miró con unos ojos extraños y melancólicos. Sin retirar el arma de su cráneo, se tapó la cara y echó a llorar de nuevo en el piso.
Salí corriendo a toda prisa de allí. Poco a poco empecé a escuchar de nuevo y mi boca reapareció de la nada, como si se hubiera ido de vacaciones, luego en la calle los encontré a ustedes y me recogieron en su auto.


Muy bien, muy bien, ¿has terminado tu historia de zombies?

Si oficial, así es, lo he terminado.

¿Quieres saber porque nosotros, la Policía, te recogió en su auto sin hacer preguntas y te trajimos aquí, a la comisaría?

De acuerdo.

Soy el Oficial de Crímenes y Homicidios Martin Carter, tu amigo te dijo la verdad sobre la droga, toma tu cuerpo y te hace hacer lo que deseas hacer. ¿No te gusta mucho la Universidad verdad?
Chico, no hubo zombies. No hubo caníbales. Tu amigo no se volvió loco. Te drogaste y perdiste el rumbo. Luego de tragar la pastilla fuiste hasta el armario del jardinero, tomaste un oxidado machete y volviste donde tu amigo quien te engañó y no se drogó para filmarte, lo obligaste a cavar su propia tumba o le partirías el cráneo. Cuando los demás se dieron cuenta de lo que hacías te lanzaron una piedra que te dio en la cara, y te rompió la boca y la nariz. Saliste corriendo con tu arma y empezaste a querer matar a los integrantes de la fiesta que corrían hacia todos los lados de ti, tu amigo te derribo y te imploraba que te detengas, claro, hasta que descargaste el arma en medio de su cabeza y saliste corriendo cantando "Lo maté, lo maté, ahora me tomaré todo el té"

¿Qué? ¿Yo? ¡Miente!

¡Tenemos muchas filmaciones chico! ¡Tenemos el machete! ¡Todo!

No...

¿No? ¿¡NO!? ¿Eso es todo lo que se te ocurre? ¡Despierta! ¡Casi matas a todos! ¡Despierta!

... ¿Despertar? ...

¡Amigo despierta!

¿Sam?

¡Abre los ojos por favor!

¿Uh? ¿Donde... estoy?

Estamos en la fiesta, el efecto de la pastilla ya se pasó. ¿Y? ¿Que te pareció?

No me vuelvas a dar nada más de eso en toda la vida, o te mataré... quizá literalmente. Ahora, me iré a tomar un té.